martes, 16 de septiembre de 2014

TIEMPO DE CREAR

   Renunciar a crear un futuro nuevo sería renunciar a ser nosotros mismos. La creatividad está en el centro mismo de la existencia humana. Somos creados creadores, a imagen y semejanza del Dios creador, que ha puesto el mundo en nuestras manos para que creemos el futuro dialogando con su inspiración y su actividad constantes. Cuando creamos algo nuevo, nos unimos con Dios, nuestra propia originalidad personal se desarrolla y se expresa al traer al mundo el futuro que Dios nos ofrece y crea juntamente con nosotros, empapando nuestra fantasía, nuestra pasión y nuestra acción. Crear implica un gran amor a este mundo y una comunión indescriptible con el Dios "labrador" (Jn 15,1) que siempre trabaja.

   De alguna manera, estamos en un momento en el que, en medio de tantas palabras y discursos apasionados, desencantados o contradictorios sobre Dios y sobre la humanidad, nuestra acción creadora, más humana, se convierte en nuestra palabra sobre Dios, aunque sea siempre una pobre expresión del Dios humilde que trabaja con nosotros y no se avergüenza de nuestros esbozos y balbuceos. Con razón oímos con frecuencia que debemos añadir al diálogo el testimonio, y a los textos los testigos. 



 ... Con Jesús acababa un mundo y empezaba otro, el don inagotable de Dios abría la frontera del reino de Dios, que nunca ha podido ser cerrada  ni por la complacencia de los halagos del bienestar y del poder ni por la espada que ha degollado a los verdaderos creadores de la vida evangélica a los largo de los siglos. Jesús de Nazareth, el artesano de Galilea, sigue siendo hoy novedad inagotable.

Benjamín GONZÁLEZ BUELTA, sj; "Tiempo de crear"

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