sábado, 2 de abril de 2016

LA PEDAGOGÍA DE LA BELLEZA

A lo largo de los siglos, la vida consagrada ha estado incesantemente en búsqueda, tras las huellas de la belleza, custodia vigilante y fecunda de su sacralidad, ... en búsqueda de nuevas epifanías de la belleza...


(...) La belleza verdadera y eterna alcanza al hombre interior por la vía de aquellos que pueden llamarse los "sentidos espirituales", de los que San Agustín habla en analogía con los sentidos del cuerpo...

En nuestro camino de cristianos y consagrados tenemos necesidad de reconocer las huellas de la belleza, una vía hacia el trascendente, hacia el misterio último, hacia Dios, precisamente por su característica de abrir y ensanchar los horizontes de la consciencia humana, de lanzarla más allá de sí misma, de aproximarla al abismo del Infinito. Estamos llamados a recorrer la vía pulchritudinis, que es un recorrido artístico, estético y un itinerario de fe y de búsqueda teológica.


Tal vez es por esto que los grandes místicos gustaban componer poesías y cánticos ... de las páginas literarias al icono, de los frescos a los cuadros, a las esculturas...  para expresar algo de lo divino a lo que tenían acceso en los secretos encuentros del alma. (...) Todo por una vía interior, una vía de la superación de sí mismo y, por lo tanto, en esta purificación de la mirada, que es una purificación del corazón, nos revela la Belleza, o al menos un rayo de ella. Justamente así ella nos pone en relación con la fuerza de la Verdad".


Somos invitados, por tanto, a un camino armonioso que sepa conjugar lo verdadero, lo bueno y lo bello, allí donde a veces parece que el deber, como estética malentendida, se impone.



Cultivar una mirada presente, reflexiva, que vaya más allá de lo que se ve y de la bulimia de los contactos inmateriales, es un desafío urgente que puede introducirnos en el misterio para dar testimonio de él. Estamos invitados a recorrer caminos formativos que nos predispongan a leer en las cosas, a recorrer el camino del alma en el que se realiza el paso de la belleza penúltima a la Belleza suprema.



Realizaremos así "la obra de arte escondida que es la historia de amor de cada uno con el Dios vivo y con los hermanos, en el gozo y en la fatiga de seguir a Jesucristo en la cotidianidad de la existencia".



Ver el icono finalizado a su derecha en esta página:
 Cristo, el Señor  o  Pantocrator.

Texto: CONTEMPLEN, de la CIVCSVA, 2015 

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