En el alternarse de sus estaciones, el arte del Oriente cristiano afirma
su vocación originaria. Es rechazada la perspectiva empírica; el mundo de las
apariencias no es el mundo "verdadero".
Retomando la formulación de Vladimir Soloviev "todo aquello que vemos no
es más que el reflejo, la sombra de lo que resulta invisible a nuestros
ojos".
La imagen es llamada a penetrar lo invisible. A través de las vías de la
ascética y de la oración el pintor es penetrado por "el ayuno de los ojos".
La vista santificada deviene en visión. La tradición icónica se cristaliza en
tipologías definidas pero elaboradas de diversa forma en las numerosas escuelas
iconográficas. La libertad y la creatividad obedecen a criterios monásticos. Aun
conservando la unicidad de su Tradición, el icono conoce continuas
innovaciones: en esto consisten su enigma, su fuerza y su inagotable riqueza.
Lo abstracto marca el paso sobre lo concreto; cada dramatización es
absorbida. Los hombres son "ángeles terrestres". Todo es luz, calma,
júbilo, paz y amor. "Un mundo nuevo y homogéneo" reemplaza al mundo
decaído. La imagen desvela "el tabernáculo de Dios entre los hombres"
(Act 21, 3): "Asamblea de dioses alrededor de Dios, criaturas bellas que
forman una corona alrededor de la Belleza suprema" (Nicolás
Cabasilas)."¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que
se le asemeje?" pregunta el libro de Isaías (40, 18). Durante siglos la
Iglesia Ortodoxa ha cantado una belleza litúrgica y sacramental. En esta
creación Dios sigue siendo el primer Creador, Padre y Maestro.
Es el primer artista: "Oh hombre -escribe san Ireneo de Lyon- no
eres tú quien hace a Dios sino Dios que te hace a ti. Si eres entonces obra de
Dios, espera la mano de tu artífice, que hace todas las cosas en el tiempo
adecuado. Preséntale tu corazón suave y maleable, conserva la forma que te ha
dado el Artista, habiendo en ti el Agua que viene de Él para no rechazar.
Volviéndote duro, la huella de sus dedos. Conservando esta conformación,
subirás a la perfección, porque la arcilla que hay en ti será ocultada por el
arte de Dios. Su mano que ha creado tu sustancia te revestirá por dentro y por
fuera de oro puro y de plata y te adornará tan bien que el Rey mismo se
prendará de tu belleza". Al servicio del Artista, los artistas son
"tesaurofilacos", guardianes inspirados del tesoro divino. Pintores
de frescos, iconógrafos o miniaturistas, todos ellos celebran la Belleza de un
mundo en Cristo.
(Extracto tomado de PAUL EVDOKIMOV, "El Arte del Icono")